La guerra i papers mullats
A l’actual guerra a Ucraïna, cinc periodistes
han estat assassinats en tres setmanes, i s’estima que 35 estan ferits. Abatuts
com tanta població civil desarmada i massacrada. Aquest és el xarop receptat a
totes les guerres. Els manaments institucionals s’enfonsen quan manen les
armes.
Seguint amb Ucraïna, es calcula que abans del present
esclat ja havien mort diversos periodistes d’ençà del 2014, any en que es va
iniciar la
crisi de Crimea i les províncies de Donetsk i Luhansk.
Sí, paper mullat, l’esmentada Resolució 2222, perquè a les armes
no se’ls pot exigir respecte ni commiseració. No n’hi ha prou amb escriure, s’ha
d’actuar. Es clama per la fi de les guerres, però no se senten veus contra les
fàbriques d’armament. No deixa de ser estrany,
tenint en compte que, mort el gos, morta la ràbia. Ens hauríem de posar les piles cap aquesta banda, cap ensorrar el negoci bel·licista.
La Resolución 2222,
año 2015, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dicta la
protección de los periodistas en los conflictos bélicos. Los profesionales de
los medios de comunicación han de poder trabajar con independencia y libertad,
no solamente en beneficio propio sino de la información y de la democracia. No
se les puede tratar, pues, como enemigos por parte de ninguno de los
bandos enfrentados. Ahora bien, como tantas otras resoluciones burocráticas,
papel mojado.
En la actual guerra en
Ucrania, cinco periodistas han sido asesinados en tres semanas, y se
estima que 35 están heridos. Abatidos como tanta población civil desarmada y
masacrada. Este es el jarabe recetado en todas las guerras. Los mandamientos
institucionales se hunden cuando mandan las armas.
Siguiendo con Ucrania, se
calcula que antes del presente estallido ya habían muerto varios periodistas
desde el 2014, año en que se inició la crisis de Crimea y las provincias de
Donetsk y Luhansk.
Sí, papel mojado, la
mencionada Resolución 2222, porque a las armas no se les puede exigir respeto
ni conmiseración. No basta con escribir, hay que actuar. Se clama por el
fin de las guerras, pero no se oyen voces contra las fábricas de armamento.
No deja de ser extraño, teniendo en cuenta que, muerto el perro, muerta la
rabia. Deberíamos ponernos las pilas hacia este lado, hacia hundir el
negocio belicista.